La batalla del vino contra el cambio climático
El vino es uno de los productos más sensibles a cualquier variación en la uva, y a ésta le afecta el descenso en las lluvias, el aumento de las temperaturas, y el adelanto en la maduración de la uva. También "la pérdida de estaciones".
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Cepas centenarias a punto de desaparecer, bodegas trasladando sus viñedos a zonas de mayor altitud, aumento en la graduación alcohólica, un sorprendente incremento de los viñedos en el Reino Unido, peticiones de ayudas a Bruselas... Bienvenidos a la más evidente trinchera empresarial en la guerra contra el cambio climático: el sector vitivinícola.
Tras dos semanas de cumbre del clima en Madrid, la clausura de la COP25 ha sido tan ambigua como se esperaba, mientras que hay sectores donde los impactos medioambientales son cada día más explícitos. Al menos esa es la opinión de bodegueros, representantes sectoriales y organizaciones agrícolas consultadas sobre la situación de un producto tan enraizado con la cultura mediterránea. In vino veritas (en el vino está la verdad) que diría Plinio el viejo.
Este no es un debate etéreo. La superficie de viñedo tiende a disminuir en España mientras las empresas del sector han lanzado diversas iniciativas para ajustarse a la nueva realidad. Se trata de uno de los productos más sensibles a cualquier tipo de variación en la maduración de la uva. Y las variaciones se suceden.
Los meses de la primavera son ahora mucho más secos y las temperaturas del verano se ha vuelto más extremas, con muchos episodios por encima de los 35ºC que pueden perjudicar a las vides. Hay menos heladas en invierno y más en primavera, y la lluvia tiende a concentrarse en episodios de mucha intensidad. La conclusión es una carrera contra el calendario: Hay denominaciones donde la vendimia concluye ahora cuando antes empezaba; se han adelantando todos los plazos.
Ante este panorama se prueban nuevas variedades en zonas históricas como Burdeos, se impone el regadío en un país como España con un problema hídrico endémico y se desplazan cultivos. Hasta 200 kilómetros al norte o 150 metros más de altitud en las principales variedades europeas, según algunas estimaciones para las próximas décadas.
Según un informe de la Universidad de La Rioja, el 90% de los profesionales de la denominación de origen considera que existe un efecto del cambio climático. Solo un 1,7% lo niega. Más aún, el 56% afirma que estos cambios impacta en su actividad "bastante" y un 18,5% responde con un "mucho".
¿Los motivos? No piensen en Javier Bardem o en Greta Thunberg. Para el 33,5% es por el descenso en las lluvias, para el 28,7% el aumento de las temperaturas, para el 12,5% el adelanto en la maduración de la uva. Un 8,9% alude a algo tan compartido como "la pérdida de estaciones". La temperatura en esta denominación ha aumentado hasta 1,2º desde mediados del siglo pasado.
De todos modos, las consecuencias del cambio climático son tan heterogéneas y difíciles de anticipar que no se pueden buscar recetas comunes. Pablo Resco, doctor en ingeniería agrónoma y responsable de Gestión de Riesgos de COAG, ha elaborado el principal informe sobre el impacto del cambio climático en los viñedos españoles en colaboración con el Ministerio de Agricultura de España. Resco no quiere ser catastrofista, pero hay ya evidencias de un impacto. El informe constata que cabe "esperar una disminución de las zonas climáticas más idóneas para la calidad de la uva", ya que la aparición de nuevas áreas, especialmente en el norte, no servirá para compensar la pérdida de otras. Las zonas consideradas de mayor potencia vitivinícola pasarán de ser un 47% del territorio al 36% en 2050.
Hay varios fenómenos que centran la preocupación de los expertos: los aumentos de episodios de pedrisco, más heladas primaverales y los golpes de calor, en un contexto de subida de las temperaturas y mayor carestía de agua.
¿Y en qué afecta este nuevo paradigma climático? Borja Eguizabal, CEO de Bodegas Franco Españolas, asegura que, aunque las plantas de la vid están aclimatadas a las temperaturas extremas, "no lo están a acumular tanto estrés por aumento de temperaturas. Cuanto más calor, más producción de azúcar en las uvas y con ello más alcohol en el vino". Además, también están proliferando nuevas plagas y elementos patógenos.
Este diario ha contactado con varias de las principales bodegas españolas y todas ellas han trazado su estrategia para intentar evitar los impactos del aumento generalizado de las temperaturas.
José Luis Benítez, director de la Federación Española del Vino, va un poco más lejos. Esta organización ha preparado un plan contra el cambio climático en el que trata de concretar las necesidades que podría tener el sector. Tendría que incentivarse la I+D+i sectorial, las inversiones directas (riego por goteo, protección contra heladas...) y la formación y divulgación entre los agricultores (las bodegas sólo controlan directamente el 17% de la producción). Para ello sería necesario 2.000 millones de euros en varios años.
De este modo, se podría atender a la superficie más vulnerable: de las 960.000 hectáreas de viñedo de España habría que proteger 140.000 que requieren de riego por goteo, unas 40.000 con un problema acrecentado de heladas primaverales y otras 55.000 que sufren en mayor medida el aumento de episodios de pedrisco.
Los compromisos de París de la COP 21 aspiraban a evitar un aumento de las temperaturas de más de 2º C. De no lograrse ese objetivo, todos los escenarios para el sector del vino serían exponencialmente peores. Esa es la otra verdad del vino.
Más hectáreas y exposición que ningún otro país
España es el país con más riesgo de impacto climático en sus viñedos y el que tiene más superficie dedicada a ellos (960.000 hectáreas, unas 700.000 menos que las que tenía en 1980). En su mayor parte, se encuentran en Castilla- La Mancha (473.000 hectáreas), una de las zonas más sensibles al cambio climático y la falta de agua.
Del total, el 61% corresponde a secano y el 39% a regadío, unas 378.000 hectáreas, un 14% más que el año anterior. Cada vez más bodegas tienen que optar por el riego por goteo ante la falta de agua.
España no es el primer productor de vino, sino el tercero, con 34,3 millones de hectolitros, por detrás de Italia y Francia y con una previsión de caída del 10% este año (según la OIV), la mayor de todos los países productores.
Lea la nota original completa aquí, con los comentarios de los dueños y presidentes de las principales empresas vitinícolas de España.